Un Diálogo entre un Hombre y El Diablo

Old Nick

En este diálogo, El Diablo, disfrazado como un simple viejo, habla con un hombre. Intenta corromper la fuerza de voluntad del hombre y hacerlo más débil. 

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El Diablo: Buenas

Hombre: Buenas, como le va, señor.

El Diablo: Va todo muy bien. Me permite ayudarle con esa carga tan pesada que lleva con usted? 

Hombre: Usted es muy amable, pero estoy bien, gracias. 

El Diablo: ¿Está usted seguro? Se ve muy muy pesada y acababa de decirme que quería ayudarle a alguien hoy. 

Hombre: Pues eso, sí, es muy admirable, pero esta carga me pertenece a mí y solo a mí. Es un deber mío llevarlo conmigo por ahora, entonces dársela a alguien más sería un acto de debilidad. Porque tengo que llevarla hasta mi destino.

El Diablo: ¡Qué varonil es usted! Pero señor, qué es más admirable y noble, llevar una carga suya o ayudarme a mí, un pobre viejo. Acabo de ayudarles a muchos otros hombres, y me dio tanto gusto hacerlo. No haría esto por mí?

Hombre: ¿No le puedo ayudar de otra forma? Por ejemplo, sería mejor que no llevara esa bolsa. Sería más fácil caminar. Es que mi deber ahora no es ser lo más noble o amable. Es llevar esta carga y nada más. 

El Diablo: Hmm. Debe de estar muy cansado haciendo su deber con tanta fe. Quién le dio este deber tan importante? 

Hombre: Yo me lo di a mí mismo. 

El Diablo: Ah pues qué suerte tenemos!

Hombre: Perdón pero no lo entiendo. 

El Diablo: No? Pues si usted ha creado las reglas de este juego, usted mismo sí puede romperlas!

Hombre: Es precisamente porque soy el autor de este deber que no lo romperé. Faltar a este deber sería un acto contra mi alma. Le pregunto de nuevo, ¿Le puedo ayudar con algo más?

El Diablo: Por supuesto, me puede escuchar por un rato más. Soy un pobre viejo y nomas quiero hablar con la gente del camino. 

Hombre: Está bien, ¿en qué puedo servirle? 

El Diablo: Se sabe que no todos las promesas pueden ser cumplidas. Sí?

Hombre: ¿Cómo así? 

El Diablo: Sí yo prometo a mi hijo que lo voy a llevar al parque en la mañana del próximo día, y llueve furiosamente de la noche a la mañana, no estaría haciendo algo malo si no lo llevara, o sí?

Hombre: Supongo que no, no estaría haciendo algo malo. Es entendible cambiar de opinión así y faltar a su palabra. Y, señor, ¿tiene usted un hijo? 

El Diablo: Tengo muchísimos… pero volviendo al tema. En el momento en el que decidió embarcarse en este viaje y llevar esa carga tan pesada, supo que habría un viejo aquí queriendo ayudarle con su carga tan pesada? 

Hombre: No… no lo supe. 

El Diablo: Entonces, mi amigo tan pesado, con los ojos tan agotados, déjeme ayudarle. Sólo quiero ayudar. Tiene que haber visto ese lago tan bonito unos miles atrás. No le complacería quedarse ahí un rato para descansar? 

Hombre: Sí, sé que es entendible. Quizá no estaría haciendo nada malo en faltar a mi promesa, pero, aún no sé. Este deber forma una parte de mí. Quiero hacerlo bien, no simplemente evitar hacerlo mal. Quizá mi destino es diferente y debo cumplir mi promesa. ¿Puede que sea así, no?

El Diablo: Eso me suena a soberbia, amigo mío. ¿No recuerdas lo que le pasó a Lucifer por ese pecado?

Hombre: Puede que tengas razón, mi amigo tan sabio… No quiero ser egoísta y considerarme mejor que los demás. 

El Diablo: Por supuesto que la tengo. Descanse. Solo quiero ayudar. Déjeme recoger sus cosas tan pesadas y se puede ir al lago ese tan tranquilo y bonito.

Hombre: Pero… mi deber… mi misión… mi promesa…

El Diablo: Shhh. Déjame ayudarle. Lo hecho, hecho está.

Hombre: Estoy muy cansado… eso sí… supongo que no me haría daño. 

En ese instante, el Diablo deslizó sus dedos alrededor del cuello del hombre para quitarle la carga. Cuando el hombre sintió el frío y el aura tan escalofriante del viejo, se sobresaltó y se dio cuenta, en un instante, de la identidad del viejo Diablo.

Hombre: Cómo se atreve, Diablo asqueroso, tocarme con esos dedos tan repugnantes. ¡Lárguese! Aléjese de mí, bestia, cuya trampa casi me robó mi sueño y mi destino! Por qué me quedaría en un lago de otra persona, cuando hay algo que me pertenece a mí más allá! Algo que es mío! Fuera de mi vista, diablito, sus palabras viles no me van a derrotar. No me van a vencer. ¡Busca debilidad en otro sitio!

Al  escuchar estas palabras, el Diablo no tenía nada con que pude responder. Él nunca tendrá nada que decir frente a la fuerza. Solo se puede con la debilidad. Recuerda que lo suyo es quitar. A veces quiere quitar lo que te importa, pero a veces no. A veces el Diablo quiere quitar lo que él sabe que tú le quieres dar. Es entonces cuando se ve como un ángel. Y es entonces cuando es más peligroso. No hay una mejor manera de robarle el destino de alguien que pedirlo muy amablemente bajo la ilusión de caridad.